A nivel mundial, alrededor de un 34% de los jóvenes tiene conocimiento sobre la prevención y la transmisión del VIH; en algunas partes del mundo dos de cada tres niñas no tienen idea de lo que les estaba pasando cuando tuvieron su primera menstruación. Es por ello que la UNESCO considera urgente una educación integral y de calidad en sexualidad.
A medida que dejan la infancia y se adentran en la adolescencia y, posteriormente, en la edad adulta, todas las personas deberían recibir conocimientos y capacidades que les permitan aprovechar las oportunidades y superar los retos que la vida adulta les depare.
La educación sexual le brinda a las y los jóvenes el conocimiento y las habilidades que necesitan para asegurarse de tener una buena salud sexual a lo largo de su vida. A través de la educación sexual, los jóvenes aprenden a tener relaciones saludables, a tomar decisiones informadas sobre el sexo y la planificación familiar, a pensar de manera crítica acerca del mundo y a amarse a sí mismos por quienes son.
Estigma social
Las normas y tradiciones de las comunidades ejercen una enorme influencia en la salud, aunque a veces son un obstáculo, especialmente en lo que respecta a la salud sexual reproductiva de los adolescentes. Por ejemplo, las normas que respaldan las prácticas tradicionales nocivas como la mutilación genital femenina (MGF), las que toleran la violencia contra mujeres y niñas, las que se oponen a la educación sexual integral y la prestación de servicios de salud sexual y reproductiva.
Las leyes que exigen el consentimiento de los padres para que los menores de edad reciban servicios de salud, obstaculizan el acceso a la información y los servicios de anticoncepción. En este sentido, el estigma social puede provocar que no se recurra servicios de salud en los casos de ITS y de violencia de pareja. Este sesgo de los servicios de salud puede contribuir a que se nieguen los servicios de aborto seguro y no se proporcione información sobre anticoncepción a las y los jóvenes.
Políticas de educación sexual integral
La OMS propone una serie de criterios para la educación sexual dirigida a la población más joven:
- Educación sexual integral.
- Orientación y suministro de métodos anticonceptivos.
- Planificación familiar.
- Prevención y atención de las infecciones de transmisión sexual.
- Violencia sexual: prevención y atención.
Gracias a la educación sexual integral puede prevenirse la violencia de género y fomentar la toma de decisiones conjunta sobre anticoncepción en pareja, además de que las autoridades de salud eficientes y competentes podrán ofrecer una atención respetuosa a las y los jóvenes.
Por María Isabel Terán, presidenta de Grupo Terán