Fortalecer a las empresas de América Latina y El Caribe frente a la inflación

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) consideró que la región creció 3.2% en 2022, pero hacia 2023 prevé que la desaceleración se acentúe en América Latina y el Caribe, con un crecimiento de 1.4%. En las economías del Caribe la inflación ha impactado no solo los ingresos reales y con ello el consumo, sino los costos de producción con un impacto negativo en la competitividad de las exportaciones tanto de bienes como del turismo.

Según las proyecciones de la CEPAL, América del Sur crecerá un 1.2% en 2023 (3.4% en 2022), Centroamérica y México crecerán 1.7% (2.5% en 2022) y el Caribe crecerá 3.1%, sin incluir a Guyana (4.3% en 2022).

En 2023 los países de la región verán un contexto internacional desfavorable, en el que se espera desaceleración tanto del crecimiento como del comercio global, tasas de interés más altas y menor liquidez global. En lo interno, los países de América Latina y el Caribe enfrentarán un complejo entorno para la política fiscal y monetaria. En lo monetario, el aumento de la inflación condujo a los bancos centrales, en la mayor parte del mundo, a aumentar las tasas de interés y a reducir el crecimiento de los agregados monetarios. Si bien se prevé que en 2023 este proceso llegue a su fin, los efectos de esta política restrictiva sobre el consumo privado y la inversión estarán presentes durante este año.

Por su parte, el Fondo Monetario Internacional (FMI) consideró que el aumento de las tasas de interés globales también pondrá a prueba la resiliencia de los balances públicos y privados. Los sistemas bancarios de la región, que en general son saludables, mitigan el riesgo de dificultades financieras, pero siguen existiendo focos de vulnerabilidades. Por ejemplo, la deuda de las empresas ha crecido considerablemente en la última década, en especial fuera del sistema bancario. Por lo que será fundamental vigilar estas vulnerabilidades para detectar posibles fuentes de tensión y adoptar medidas tempranas.

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Los gobiernos y los bancos centrales colaboraron estrechamente para hacer frente a los efectos económicos de la pandemia, prestando apoyo a empresas y hogares e impulsando la liquidez y el crédito. La continua recuperación de la pandemia, los nuevos retos de un menor crecimiento mundial y el conflicto entre Rusia y Ucrania exigen ahora una coordinación similar, pero con un nuevo enfoque para restablecer los fundamentos macroeconómicos, luchar contra la creciente pobreza y desigualdad y aumentar las exportaciones.

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID), propone que, ante el aumento de la deuda y la inflación, la región debería reducir las políticas fiscales expansivas. También debe recomponer el gasto para favorecer las inversiones que impulsan el crecimiento a corto y mediano plazo, y aliviar igualmente los cuellos de botella en las cadenas de suministro en lugar de agravarlos. Las transferencias y los subsidios deben estar bien orientados para hacer frente a la pobreza, que ha aumentado en un 20% el número de personas con ingresos por debajo de US$3.1 al día desde 2020.

Otra propuesta para que las empresas mantengan su crecimiento, proviene de la Organización Internacional del Trabajo (OIT):

  • i) Apoyar a las empresas que operan en la región para llevar a cabo prácticas de Conducta Empresarial Responsable (CER), que respeten los derechos humanos, el medio ambiente y los derechos laborales;
  • ii) Contribuir al desarrollo y la implementación de políticas nacionales, marcos regulatorios y legislativos sobre CER, incluidos los Planes Nacionales de Acción sobre empresas, derechos humanos y políticas sectoriales;
  • iii) Fomentar la participación y el diálogo entre trabajadores y sector patronal para impulsar la adopción de la CER.


La OIT también considera que las reformas laborales serán esenciales para reducir la informalidad y la creciente brecha de género en materia de empleo. Además de reformar los sistemas de seguridad social y los sistemas universales para el cuidado de niños, ancianos y enfermos, que no solo mejorarían las cuentas fiscales, sino que también impulsarían la productividad y el crecimiento.

Por María Isabel Terán, presidenta de Grupo Terán